Hasta ahora, cuando un político, sea del signo que sea, sufría un percance (bien sea un accidente de tráfico, una rotura de hueso, una enfermedad por la que debía ser ingresado o cualquier otra circunstancia física), que le obligaba a retirarse de la circulación pública temporalmente, toda la clase política y la ciudadanía en general le mandaba sus condolencias y le deseaba la recuperación a la mayor brevedad posible.

El ser humano no solo sufre por dolencias físicas, sino que en muchas ocasiones, y quizá sea más doloroso todavía, ese sufrimiento es espiritual, son problemas del alma. Es el caso de nuestro presidente del gobierno (queramos o no, es nuestro presidente, elegido democráticamente por mandato de las urnas), que ha comunicado públicamente sus dolencias del alma, causadas por una persecución implacable a su entorno familiar por parte de todo el espectro de la derecha política, mediática y judicial... sin ninguna base sólida.

Ante este dolor confesado, no solo no han tenido un detalle de solidaridad, sino que están intentando machacarlo con el fin de que no levante cabeza y poder quitárselo de en medio.

Todos han sido lo más duros que han podido, pero especialmente cruel ha sido esa dirigente madrileña que convive y comparte casa con un presunto delincuente. Gente que en lugar de practicar el amor al prójimo, practican el amor a lo del prójimo.

No terminaba de creer las noticias de que los buitres, que siempre han sido considerados carroñeros, pudieran atacar a animales vivos pero con serias dificultades para sobrevivir. Ahora lo tengo claro. Algunos buitres atacan a todo ser viviente en dificultades... especialmente los buitres que no tienen alas.