El emblemático Sanduzelai / San Jorge aumenta su población de roedores. Nos llegan noticias a través de distintos ciudadanos de sus aledaños, entre ellos, las cercanías de la parroquia, sobre las vicisitudes que los mismos vienen obligados a observar y soportar como consecuencia de la presencia en considerable número y tamaños de roedores, a los cuales sortean como elementos non gratos, además de los riesgos sanitarios que conllevan.
Según vecinos de la zona, nunca se había contemplado tamaña proliferación de roedores campando a sus anchas.
España dispone de muchas ciudades con abundancia de este espécimen, tanto en cantidad como en tamaños, y algunos de sus ciudadanos en ocasiones han contactado con el autor, desde un punto de vista metafórico, intentando llamar la atención de los medios informativos, y por supuesto del Consistorio, sobre el reclamo a sus problemas, mediante la fábula de los Hermanos Grimm, fórmula, en la que supuestamente millares de ratas perecieron en los ríos cercanos a las ciudades alemanas infectadas en los años 1200-1300. Indudablemente, en el siglo XXI, medioambientalmente, el Río Arga quedaría descartado.
Y es que la famosa fábula de El flautista de Hamelín refiere que los habitantes de un pueblo alemán pactaron con un desconocido visitante que éste, mediante entonación de su flauta mágica, conduciría a los miles de roedores existentes, hasta el río Weser, donde perecerían ahogados.
Pero surgió la mala fe habitual dentro de la condición humana en los habitantes del pueblo y viéndose salvados de la terrible plaga, decidieron no cumplir con su parte en el pacto acordado, es decir, pagar una recompensa al desconocido visitante. Este, ni corto ni perezoso, comenzó de nuevo a entonar con su flauta dulces melodías atrayendo a centenares de niños, los cuales siguieron al flautista al compás de la música hasta el interior de una cueva donde posiblemente escenificaría la extraña venganza de la fábula, consistente en la desaparición de estos.
Existe otra versión de aquel pasaje de Esteban Echeverría, introductor del Romanticismo en Argentina, perteneciente a la denominada Generación del 37, formada en Francia, que se trasladaba por el arte de la imaginación al lugar de los hechos:
Cuentan que, al oírse desaforados gritos de las últimas ratas que agonizaban de hambre en sus cuevas, se reanimaron, tras oír la noticia de que los turistas habían vuelto a la ciudad y con ellos, los restos que dejan tras de sí, echando a correr tentadas al conocer que volvían a aquellos lugares de Barcelona, la acostumbrada alegría y algazara, precursoras de la abundancia.
Moraleja: la avaricia y el egoísmo solo traen terribles consecuencias, salvo atinada actuación de los responsables.
El autor es doctor en Derecho (Cum Laude), diplomado en Estudios Avanzados UE y Caballero de Mérito por Real Orden Noruega