Me gustaría pensar que estamos en un momento de rebeldía con jóvenes a la vanguardia de una sociedad en proceso de cambio. Me gustaría creer en utopías e imaginar que las personas que dirigirán el futuro de nuestros países de Europa o Estados Unidos en poco tiempo van a tener la misma determinación que la de los jóvenes que acampan estos días en las diferentes universidades comprometidos con la paz y la convivencia. Seguramente hijos de judíos o árabes palestinos, de negros, de esclavos, de ibéricos o latinos, o de todas las mezclas posibles. Desde ayer, también acampan en la UPNA por una “Palestina libre”.

Fantaseo con la idea de que todos estos estudiantes de Política, Economía o Derecho van a ser líderes entre los suyos y suyas, y van a tener el arrojo suficiente como para plantar cara a sus gobiernos porque van a lograr movilizar al resto de la sociedad. En el caso de Estados Unidos, sus más de 2.000 detenidos, armados de razones por protestar contra el genocidio en Palestina, en un país que ha intensificado su apoyo armamentístico a Israel desde su ataque a Gaza. -Por cierto que traer a la policía al campus universitario cuando hay concentraciones pacíficas es un grave error y no genera más que más odio-.

Pero también en Europa tiene sentido que sus estudiantes e intelectuales (palabra en desuso, por cierto) se manifiesten en rechazo a la escalada armamentística que está viviendo la UE que ya ha anunciado que aumentará su inversión en defensa a costa del presupuesto para mitigar el cambio climático. Es inevitable ver cierto paralelismo entre estas protestas y las marchas contra la guerra de Vietnam de 1968 y el reclutamiento militar obligatorio de jóvenes en el Ejército norteamericano. Han pasado 56 años pero las razones no han cambiado demasiado: la rabia, el resentimiento y la sensación de injusticia ante una guerra sin sentido. La presión popular forzó a los Estados Unidos a salir del conflicto en 1973.

El movimiento francés de Mayo del 68 también fue una rebelión generacional que empezó como una huelga estudiantil contra el poder establecido a la que terminó por sumarse el mundo obrero y sindical. En contra del aparheid se gestó un movimiento en el barrio sudafricano de Soweto; en contra la segregación racial en Estados Unidos o de las protestas de Tiananmen en China había jóvenes estudiantes. Y la sociedad estuvo por delante entonces de sus gobernantes. Plantarse, no ser cómplice de lo que pasa, presionar a los poderes. Imagine!