A la manida frase “El fútbol es así” se le ha unido ahora el “Estamos haciendo tele”, de Jordi Cruz tras la movida protagonizada en Masterchef con una concursante que decidió abandonar. Es la forma de decirnos que no pasa nada porque los jueces de un programa de la tele ataquen, menosprecien y humillen a una concursante que les dijo que se sentía mal y quería marcharse a casa.

No es la primera vez que Masterchef da malos ejemplos a sus espectadores con comentarios machistas, ese tonito chusquero como si los concursantes estuvieran haciendo la mili felizmente abolida o el circo que montaron con Verónica Forqué en un mal momento de su vida, poco antes de suicidarse.

Pero esta vez el ataque ha sonado a bullying: una concursante confiesa que se siente mal y que se quiere marchar, y la respuesta es reprocharle sus prioridades por elegir su bienestar y el de su familia, acusarle de haber robado la plaza a otra persona y señalarle la puerta de mala manera para que se pire.

Una conducta tan inhumana y tan propia de un maltratador psicológico que ha provocado un fuerte rechazo social y que TVE retire el episodio de su web para que nadie más vea el momento, ni todo lo demás, porque solo un minuto antes una concursante llamaba a otra “hiena carroñera” (también lo hizo en la prueba de exteriores) sin que nadie le amonestara; al revés, ante la carcajada de aprobación del mismo juez que despachó señalando “su puerta” a la concursante que se sentía mal.

Estas son las lecciones de Masterchef a su audiencia ante la fórmula del “si sale en la tele será normal comportarse así”. Y no, no lo es. Como tampoco lo es reaparecer el uno y la otra en una red social, en plan jiji-jajá, después de la que se ha montado, para mostrarnos qué amiguitos son ahora y que somos tontos del culo por censurar el desprecio y la humillación a una persona.

A mí el numerito me ha recordado a aquel intento, denunciado por la propia Jenni Hermoso, de que aceptara aparecer en el vídeo con Rubiales para decir que todo estaba bien y que el beso fue “espontáneo, mutuo, eufórico y consentido”, como afirmó él.

No estamos aquí para juzgar las razones y el proceder de la concursante de Masterchef para ser la nueva colegui de quien le ha despreciado y mandado al carajo. Ella sabrá lo que gana. 

La parte positiva es que hace no tanto no se hubiera montado la que se ha montado por un beso no consentido y ahora por el desprecio a una concursante. La tele, decían, sirve para informar, formar y entretener. Masterchef no hace bien nada de eso y hace pasar por normal lo que no lo sé. Y aún así hemos aprendido como sociedad lo que está mal. Y Masterchef está mal y su jiji-jajá en Instagram bajo la disculpa de “estamos haciendo tele” es la prueba definitiva.