La ciudad del Ega vivió ayer una intensa mañana de homenajes a la República y a los represaliados de la localidad que sufrieron en sus carnes y en las de sus familias, la acción del franquismo. Fueron dos actos que comenzaron con la reunión en la plaza del Auroro frente al consistorio y que continuó en la antigua cárcel, hoy uno de los museos de la ciudad. 

El primer homenaje contó con la participación de miembros de Contigo Zurekin y diversos vecinos y vecinas republicanos. En ellas se leyó el poema de El haya de Urbasa, dedicado a los maestros asesinados en esta sierra. También se leyó una “carta a la República” a cargo del nuevo concejal Mikel Gonzalez-Etxeberri y de Esther Ripa. Un acto que finalizó con el recorrido hacia la “cárcel de 1936”. 

Precisamente en las puertas de la que fuera cárcel y que hoy alberga el museo de Gustavo de Maeztu, se organizó un emotivo acto de reconocimiento a los represaliados por el régimen franquista y sus familiares. Un acto en el que se recordó las 48 víctimas de aquellos acontecimientos y que, de una u otra forma perdieron su vida a manos del fascismo. “Sin que hubiera frente de guerra en Navarra, hombres y mujeres fueron fusilados en cunetas, cementerios y descampados, y enterrados en fosas comunes, por ser fieles a unas ideas distintas a las del régimen”. Un acto que contó con la presencia de distintos familiares de los asesinados. Allí un año más estaban familias como la de Antonio Lisarri. También la de Teodoro Solchaga (Dicastillo), un padre con tres hijos que fue asesinado junto con otros 17 presos en la localidad de Lacar, tras ser sacados de la cárcel de Estella: “las sacas se producían cada vez que había un muerto del bando nacional en el frente y lo pagaban quienes estaban aquí recluidos”, comentaba José Solchaga, uno de sus sobrinos recordando lo que su padre le contó sobre este asesinato “y eso que les dijeron que estaban más seguros en la cárcel”. 

María Puy Salsamendi

Este año la celebración tuvo como protagonista a la recientemente fallecida María Puy Salsamendi, hija de Cirilo, uno de los represaliados estelleses de 1936. Tras haber interpretado La pastora de Ibardin a la txalaparta, su nieta Olaia Santxez leyó una carta de reconocimiento a su abuela “os seguiremos cantando y mantendremos vuestro espíritu”. 

El acto finalizó con la anual entrega de rosas bajo la placa que recoge el nombre de los 48 estellicas que de una u otra forma fueron víctimas de aquella represión fascista de la que “nuevas generaciones de jóvenes también apuestan por conocer la verdad”, leyeron en el acto Regino Etxabe y Oier Castañeda