La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona ha urgido a algunos de los ayuntamientos que la integran para que comiencen a implantar medidas para mejorar la velocidad comercial de la villavesa, amén de para hacer más ligera la sobrecarga de strees de los conductores, obligados a cumplir unos horarios muy exigentes cuando cada año el volumen de personas que suben a los autobuses crece y por tanto se ralentiza cada trayecto. Al parecer, Barañáin ya se ha puesto a ello y también están por la labor Pamplona y Burlada, lo cual es positivo, pero que solo será satisfactorio si efectivamente el diseño viario de la ciudad y de las localidades cercanas permite ofrecer a los vehículos más y mejores carriles bus y unas condiciones de movilidad que mejoren sustancialmente a las actuales. Ayer mismo, la línea que cojo habitualmente por las mañanas se adelantó cinco o seis minutos a su paso habitual y la siguiente se iba a retrasar unos 7 u 8 minutos, lo que hizo inviable cogerla y sí tener que tirar de piernas. No es ningún problema en mi caso, más allá de las prisas, pero sí puede serlo en casos de personas que lo usan para ir a trabajar, para citas médicas, etc, etc, etc. Las villavesas son el medio de transporte habitual de decenas de miles de personas cada día –hay unos 115.000 viajes diarios– y debería ser una cuestión prioritaria de los ayuntamientos involucrados trabajar en la mejora del servicio para que éste sea lo más eficiente, regular y atractivo posible, no ya solo por respeto a trabajadores y usuarios sino también como gancho para atraer cada día a más viajeros, sacando de la circulación a cuantos más vehículos particulares mejor. En una ciudad de más de 200.000 habitantes pero con casi 400.000 en su zona metropolitana y uno de los tamaños más pequeños sino el que más de las capitales de provincia hacer más hueco para lo menos contaminante es una obligación imperiosa.